De lo complicado y la satisfacción del sufrimiento

Definiciones:

Complicado

RAE
  1. adj. Enmarañado, de difícil comprensión.
  2. adj. Compuesto de gran número de piezas.
  3. adj. Dicho de una persona: De carácter y conducta difíciles de entender.
Léxico
  1. Que es difícil de comprender o de resolver por estar compuesto de muchos aspectos.
  2. Que está compuesto de muchas partes o elementos.
  3. [persona] Que, por su carácter nervioso, descontento, rebelde, etc., debe ser tratado con habilidad, inteligencia y esfuerzo. 4. Que es propio o característico de la persona complicada.

Sufrimiento

RAE
  1. m. Padecimiento, dolor, pena.
  2. m. Paciencia, conformidad, tolerancia con que se sufre algo
Léxico
  1. Hecho de sufrir o padecer dolor físico o moral.

Satisfacción

RAE
  1. f. Acción y efecto de satisfacer o satisfacerse.
  2. f. Razón, acción o modo con que se sosiega y responde enteramente a una queja, sentimiento o razón contraria.
  3. f. Presunción, vanagloria.
  4. f. Confianza o seguridad del ánimo.
  5. f. Cumplimiento del deseo o del gusto.
  6. f. Rel. Una de las tres partes del sacramento de la penitencia, que consiste en pagar con obras de penitencia la pena debida por las culpas cometidas.
Léxico
  1. Acción de satisfacer.
  2. Sentimiento de bienestar o placer que se tiene cuando se ha colmado un deseo o cubierto una necesidad.
  3. Cosa que satisface.

Por supuesto, la definición que más me gusta de la “complicado” no sale de la RAE. Para sorpresa de absolutamente nadie, ese diccionario hecho de institución y erudición no satisface a una intelectual de pacotilla como yo. Pero esa no es la razón de por qué estoy escribiendo esto. Voy a dejar de lado mi resentimiento con la casa de la lengua y a centrarme.

Al ser un adjetivo, entra a la vida de quienes usamos el español como una etiqueta contundente y pesada. Los adjetivos son en sí palabras con las que los hablantes pensantes solemos tener una relación complicada: son esencialmente necesarias para construir nuestro imaginario pero a la vez son un lastre insufrible para muchos. Son límites, jaulas personalizadas en las que cada quien se encierra y deja el entorno los encierre. Hay quienes deciden escogerlos, quienes dejan que el resto los escoja por ellos.

Para mí, son palabras especialmente antipáticas porque todo lo que limite mi libertad esencial me incomoda. Pero he de admitir que complicado es una de mis etiquetas fetiche.

<complicado>La mente de la Volpe</complicado>

Lo complicado me atrae porque mantiene mi mente activa durante más tiempo que algo sencillo. Compuesto de muchas partes y difícil de resolver. Eso es algo complicado, un reto, un “no se puede, pero puedes intentarlo”. No hay nada que me dispare más adrenalina que un acertijo con semejante premisa.

Supongo que se trata de la forma en que funciona mi cerebro. Nunca he sido alguien que acepte las cosas porque sí, por autoridad, porque es natural. La naturaleza no entiende de lógica, es verdad, pero sí de eficiencia. Y la humanidad, madre del pensamiento, se empeña siempre en crear arquitecturas lógicas de todo tipo. Parece que hubiéramos sido diseñados para eso. Así que necesito lógica para todo, o al menos entender el porqué.

Para mi sorpresa, -al menos al principio de mis andanzas por el mundo de los adultos-, resultó ser todo lo contrario: los valores sobre los que se articulan muchos comportamientos no tienen nada que ver con la lógica. Y es que sencillamente no puedo conformarme con respuestas que no tienen sentido alguno. Sería más fácil manipular mi lógica para procesar todos los tabúes de los que me rodeo como algo que de verdad tiene razón de ser, porque toda la vida ha sido así. Pero ni para mentirme a mí misma soy buena.

Resulta que en ese saco de valores aceptados entran un montón de tabúes que parten por la mitad el silencio de la sala cuando preguntó ¿y por qué no?. Soy la discordia que necesita entender la naturaleza detrás de esas prohibiciones, y si no estoy satisfecha con esa lógica, no la voy a aceptar. No la puedo aceptar porque, precisamente, mi sufrimiento se enquista un criterio que atente contra la felicidad de los sujetos implicados cuando se trata de placeres cotidianos. ¿Por qué tenemos que vivir en un perpetuo padecimiento, dolor y/o pena, por muy distinto que sea lo que queramos hacer?

¿Y dónde queda el contrato social?. Los tabúes son límites que se ponen para que no se desmorone la convivencia humana que tanto nos cuesta mantener muchas veces. Precisamente el no se puede es la balanza que equilibria ese peligro al que llamamos libre albedrío.

Y la Volpe pensó, si el contrato social me condena a la insatisfacción de mi sufrimiento, de qué me sirve estar viva.

Por supuesto, la libertad termina donde empieza la del resto del entorno. No se trata de romper todos los esquemas que han permitido la perpetuación de la especie, porque al final de eso se trata todo: de seguir procreando y mantener el podio de la cadena alimenticia. Pero llegados a cierto punto de desarrollo tecnológico y social, la humanidad puede llegar mucho más allá del autoengaño biológico de la vida.

Los tabúes no están articulados sobre lógica o criterios fundamentados; son el resultado de años de tradición, privilegios, comodidad y miedo al cambio. Si tomamos la segunda entrada de la definición de sufrimiento según la RAE, la perpetuación de dichos tabúes nos han convertido en una sociedad conformista y que tolera la acción de sufrir.

La realidad es que cualquier valor social, incluso los tabúes más prohibidos, tienen el valor añadido (capital) que cada individuo le asigne, y ahí radica el gran poder de la lógica: al racionalizar un miedo, pierde su estatus como tal y se transforma en algo que podemos decidir si seguir con el padecimiento, o si por el contrario, preferimos buscar una solución para su satisfacción.

¿Vivir en padecimiento o en un sentimiento de bienestar o placer que se tiene cuando se ha colmado un deseo o cubierto una necesidad? Tal vez el camino hacia el placer y la felicidad de algunos esté sembrado del adjetivo complicado porque la verdadera satisfacción radica en situaciones o cosas que son difíciles de comprender o de resolver por estar compuesto de muchos aspectos. Y, tal y como no habría luz sin oscuridad, qué sentido tendría el placer sin un poco de sufrimiento.

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