El significado detrás de culpa

Antes de empezar

Esto lo escribí cuando apenas cumplí la mayoría de edad, allá cuando mi ansiada libertad legal llegaba a mi vida y la filosofía empezaba a cimentar mi pasión por las letras. Ha pasado mucha tinta ante mis ojos desde entonces, muchas mentes han deslumbrado la mía con nuevas perspectivas y horizontes, y me he sorprendido pensando cosas que, por aquellos tiempos, jamás consideraría. Pero mi esencia sigue siendo la misma, sigue estando ahí, más fuerte que nunca.

Significados según RAE: Culpa

  1. f. Imputación a alguien de una determinada acción como consecuencia de su conducta.
  2. f. Hecho de ser causante de algo.
  3. f. Der. Omisión de la diligencia exigible a alguien, que implica que el hecho injusto o dañoso resultante motive su responsabilidad civil o penal.
  4. f. Psicol. Acción u omisión que provoca un sentimiento de responsabilidad por un daño causado

Observación: viculación del concepto culpa con la consciencia de la responsabilidad

Responsabilidad

  1. f. Cualidad de responsable.
  2. f. Deuda, obligación de reparar y satisfacer, por sí o por otra persona, a consecuencia de un delito, de una culpa o de otra causa legal.
  3. f. Cargo u obligación moral que resulta para alguien del posible yerro en cosa o asunto determinado.
  4. f. Der. Capacidad existente en todo sujeto activo de derecho para reconocer y aceptar las consecuencias de un hecho realizado libremente.

Se observa que ambos están intrínsecamente ligados con el concepto de “consecuencia”, como acción resultante de una previa, por lo general con connotaciones negativas. La definición 3 de “culpa” hace referencia a cuestiones del ámbito de leyes, al igual que la 4 de “responsabilidad”. No obstante, la primera alude a cuestiones más bien técnicas y aplicables en la práctica real y la segunda tiene una dimensión más filosófica.

Si se profundiza en la definición 3 de “culpa”, solo se entiende en un contexto con valores y leyes explícitas y específicas, aceptadas y compartidas por el contrato social. Solo de esta forma, existe un criterio para “exigir diligencias” a alguien. En contraposición, la 4 de “responsabilidad” no necesita un contexto como tal para su aplicación. Un ser con inteligencia y capacidad de reflexión abstracta (que reflexione sobre sus propias acciones y el impacto que pueden tener en el entorno donde se relaciona), puede sacar conclusiones de esas observaciones y asumir en ocasiones posteriores lo que pasará al hacer x. Esto servirá también para valorar las acciones resultantes de x en contextos/ambientes con condiciones similares o radicalmente distintas, de forma que la toma de decisiones sea la más óptima en base a experiencias anteriores.


Así pues, si una persona no conoce el significado de responsabilidad y no lo asume, no podrá ser susceptible a sentir culpa (independientemente de las connotaciones de esta última palabra). Esto se debe a que no son realmente conscientes de los posibles efectos de sus acciones que de las que puedan ocuparse o ligarse de alguna manera. Estas personas siempre ven “culpa” de todo mal en el resto, nunca en elas mismas, y son más propensas a la autocompasión porque sus acciones y decisiones quedan justificadas en función de lo que sienten correcto y no pueden tener consecuencias.

Esto también es aplicable en el otro lado de la balanza: las personas que no asumen sus responsabilidades en sus acciones y decisiones así como sus consecuencias, no se ven como artífices del éxito que pueden llegar a tener y no aceptan los méritos que el resto puede atribuir. Es así como la idea de “suerte”, “destino” o “casualidad” entran en la vida de estas personas. Todo con tal de no asumir su parte de implicación en la realidad, ya sea por falta de reflexión al respecto o por no estar en contacto con el significado real de “respnsabilidad”.

Cabe mencionar en este punto la creencia de que las responsabilidades se van asumiendo o aprendiendo con el paso del tiempo y la experiencia. Esto no deja de ser una verdad, pero tiene agujeros observables. Es muy común encontrar personas que presentan una falta de aprendizaje de experiencias similares y seguidas, puesto que toman el mismo camino para “enfrentarlas”. Es entonces cuando aparecen construcciones lingüísticas como “por qué a mí”, por ejemplo, que no son más que justificaciones y respuestas cómodas de aquellas personas que no entienden lo que realmente está pasando.

Algo similar puede suceder con las personas que se cargan con responsabildades que realmente no son suyas, en cuyo caso presentarían una relación muy tóxica con el concepto de “responsabilidad”. Nuevamente, se mueven por sentir que deben asumir lo que otras no hacen, si bien ellas no tienen nada que ver o su relación con la toma de decisiones/acciones y sus efectos es más bien lejana.

Es importante siempre tener en cuenta que el ser humano está dotado de un pensamiento abstracto que lo que lo diferencia del resto de animales y es el que ha sido la clave de su éxito. Entre otras muchas cosas, esta dimensión de la mente permite la reflexión de experiencias ajenas, ya sea por el contacto con personas del entorno inmediato o por el ejercicio intelectual que se realiza a través de la lectura (ya sean historias ficticias o reales). Si a esta capacidad, que evidentemente hay que entrenar como cualquier otra que posee el ser humano, se le agrega la familiarización y aceptación completa del concepto de “responsabilidad”, el resultado será un individuo cauteloso que si acciona y recibe cualquier tipo de resultado, sabrá sumir su parte, independientemente de que haya tenido anteriormente una experiencia similar para sacar un aprendizaje directo.

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