La madre de Dios
La melodía venía desde el jardín. Era suave como el algodón y envolvía el alma en una calidez hogareña. Sabía que estaría siempre segura si me quedaba cerca de aquella voz, pero eso no significaba que me gustara. En absoluto. Sentía pánico cada vez que la escuchaba, y en aquella ocasión no fue diferente. Las